lunes, 11 de marzo de 2013

Incompetencia, indecisión. Imprevisión, improvisación.

Ya sabemos de las dificultades que tiene la administración pública para reaccionar ante situaciones inesperadas provocadas por un hecho puntual y, cuando estas tienen incidencia sobre la contratación pública, como la ley supone mucho más un lastre que una ayuda.
La imprevisión es un lastre para la administración, que como ya he dicho se acentúa con una legislación restrictiva para afrontrar situaciones que no se vislumbraban. Del hecho de la imprevisión acabamos en el mal de la improvisación.
Entrando en el tema de la improvisación como mal de la administración, mal endémico de consecuencias catastróficas, sobre todo para las arcas pública, aunque no tanto para los bolsillos privados.
La improvisación surgida de la impresivión involuntaria, que la podríamos definir como aquella que no hay manera de intuir y que llega por una concatenación de sucesos, de diversa índole, que no podemos controlar, es disculpable, puesto que la inmediatez de algunos hechos, hace que esta sea la única manera de gestionar los acontecimientos y dar respuesta a un problema sobrevenido. El problema con esta improvisación es la indecisión, pero disculpable ante la imprevisión del hecho. Esta indecisión debida a la incapacidad de la persona que debe tomar la decisión, es la que puede provocar que el problema sea mayor de lo que es.

En paralelo, tenemos la improvisación como costumbre a la hora de afrontar los hechos y las responsabilidades que conlleva la posesión de un cargo público. En lugar de prever hechos, aun siendo novedosos en la forma, pero que guardar cierta analogía en el fondo con otros que ya conoces, se espera a que caiga el problema con todo su peso sobre la organización, con lo que el tiempo de reacción se limita, y en lugar de tomar medidas enérgicas, se va dilatando en el tiempo a ver si soluciona solo. Se prospectan alternativas, que siempre dependen de la decisión de un tercero, para el que no eres más que un apéndice de una gran organización. Es este el momento en el que aparece la indecisión por incompetencia, más de tus propias capacidades que la que la legal o la orgánica.
Últimamente, ligado a un tema de actualidad (bancos y su eterna promesa de beneficios constantes), nos hemos encontrado con un incremento de trabajo que la organización no ha podido absorber por sus propios medios y ha tenido que buscar recursos más allá.
Es un problema que se ha agigantado por la indecisión a la hora de tomar una decisión firme y que te solucione el problema, mientras puedes explorar otras soluciones que sean de una carga menor para las arcas públicas, pero que te permitiría responder a esa necesidad, necesidad que has agigantado por otro lado, haciendo uso de lo que se llama el márketing público (a mi modesto entender, una lacra para las arcas públicas, puesto que va ligado a campañas de publicidad que supone un desvío de fondos públicos, siempre insultante, pero mucho más en estos momentos) con el compromiso de dar respuesta a todos aquellos que están afectados por esas actuaciones poco afortunadas de la banca, siendo muy benevolentes.
Por improvisación, indecisión e incompetencia, se ha actuado parcheando, sin dar respuesta a la demanda del administrado, dejando el trabajo a medias y, como no, burlando la ya de por sí despreciada ley de contratos del sector público.
El resultado es estar como al principio, sin saber si la demanda ciudadana aumentará y sin tener previsto un mecanismo de respuesta.
En este caso, los decisores son un desconocedor absoluto de la cosa pública (un ex-empresario retirado, con edad de jubilación más que superada), con un funcionario de carrera que destaca por la indecisión constante, al que los acontecimientos le desbordan y que opta por rebuscar en la ley como burlarla para intentar salir al paso.
Si se detallasen el calendario y las opciones escogidas y toda la especulación realizada alrededor, sería grotesto, rayando lo surrealista, pero dejando bien a las claras que es una situación patética y vergonzante, sobre todo por lo que implica para el ciudadano, para el que es afectado, como para el contribuyente en general.

No hay comentarios: