jueves, 9 de enero de 2014

A la deriva.

Cuando haces algo mal desde el principio, la lógica determina, casi absolutamente, que tiene que acabar mal.
Por mucho que se vista la mona de seda, mona se queda. Por mucho que quieras buscarle forma de un contrato a una subvención, no deja de ser una subvención. Así que en la búsqueda de talla, hechuras y vestido, nos quedamos como el emperador y su nuevo traje, desnudos, o sea con un procedimiento desierto. Uno de los licitadores esperaba presentarse y cobrar, y claro si tienes que darle forma al contrato, hay alguna que otra obligación a cumplir, para poder justificar el dispendio económico. Y, si la obligación supone una carga económica para el licitador, pues como que ya no le interesa.