miércoles, 13 de abril de 2016

Justicia, contratación y postureo.

La mezcla entre la alarma social y el postureo de los cargos políticos por hacer ver que hacen algo, es nefasta. Y, cuando al cóctel anterior, le añadimos el complemento de la contratación pública, puede convertirse en trágico.
La cuestión es que por intentar hacer ver que se hacía algo ante un hecho que afectó a muchos ciudadanos, se acabó haciendo una contratación que superaba, de forma muy justa, justísima, el lindar de la legalidad. No se hacía nada ilegal, pero las prisas llevaron a encajarlo en la legalidad.
El resultado, la contratación ha acabado en la Fiscalía y me ha acabado salpicando, en tanto que soy quien ha realizado la gestión administrativa del expediente, a saber: redacción de pliegos de cláusulas administrativas, de la redacción de las resoluciones pertinentes, solicitud de ofertas, notificaciones... Vamos mero trabajo administrativo y para nada decisorio.
Pues nada, que tengo una cita con la justicia.
Lo mejor de todo es que el importe de la contratación en cuestión es una miseria.
Cuanta razón tiene el dicho, las prisas son malas consejeras. Y, cuando a estas se les añade la rumorología, apaga y vámonos. La costumbre de actuar bajo la presión de los rumores, las incertidumbres y la presión, siempre presente, de alguna contienda electoral en el horizonte. Que parezca que hacemos algo por los ciudadanos.

Actualización: parece que van a tener que pasar el mal rato un par de personas más. Además de salir en la prensa, en una noticia pequeñita y al final de un diario, pero en la prensa, al fin y al cabo.