martes, 19 de octubre de 2021

La formación, ¿una distopía?

Llega fin de año y comienza la planificación de la formació. Lo deduzco de los correos que recibo por esta fechas sobre las necesidades formativas. Algunos sobre una oferta ya cerrada, ofrecida por el departamento al cual estamos adscritos, para que desde la unidad que gestiona nuestra formación, reserve alguna de las plazas de la oferta.

Hecha esta introducción, bastante pobre, vamos al meollo de la cuestión que no es otra que la disfunción que hay entre las necesidades de formación y la oferta de la misma.

Primero de todo, reconocer que es complicado detectar las necesidades sin la participación de los interesados, los trabajadores. Es entonces cuando la novedad normativa, la tecnológica y la de las nuevas tendencias (el manido mainstream) son los pilares en los que los responsables de formación deben basar su trabajo. Y, la intuición o sus preferencias, cuando no les queda otra que inferir sus propias necesidades al conjunto de la organización.

Lo distópico es lo que entra en juego a partir del momento en el que te sientas frente a la pantalla, con la ayuda de la poca participación (o no) de tus compañeros y la soledad de tus neuronas, para ver qué puedes ofrecer y quién te lo puede proveer. Digo que es una distopía, puesto que hay un montón de necesidades formativas básicas, la primera de todas, asumir que un ordenador no es una máquina de escribir, y menos, en estos momentos en los que el papel está siendo arrinconado a marchar forzadas. 

Digo esto, puesto que me he encontrado con dos ejemplos que hacer temblar al más templado. Durante la última semana me he encontrado con las siguientes situaciones: 

  • Buscado en la intranet el acceso a la herramienta de gestión del archivo, una compañera de trabajo no sabía lo que era un marcador del navegador ni como ponerlo en una página web.
  • El segundo caso es el de otra persona que, mientras le estaba explicando cómo debía rellenar los formularios de la herramienta de gestión de la contratación, iba haciendo fotos con el móvil para, a posteriori, usarlas y crear un manual. Eso en lugar de hacer una captura de pantalla.
  • Luego, está el tema del uso de la doble o triple pantalla. Nuestra dotación consiste en un portátil, una dock station y dos pantallas. Pues hay gente que trabaja directamente sobre el portátil, aproximadamente de 14" y las otras pantallas usadas como atrezo. Luego, están los que duplican o triplican las pantallas, teniendo el mismo contenido en todas ellas.
Esto nos indica que hay una falta de formación en aspectos básicos que, quizás por buena fe de los responsables de formación, se dan por supuestos, pero que la experiencia nos tira por tierra en cualquier momento.

Esta es la primera parte de la distopía. La segunda es la que viene referida a esos temas que se han puesto de moda en la gestión de organizaciones, principalmente privadas, y que la administración se lanza ávidamente a copiar, priorizándolos sobre las necesidades reales de la formación.

Entiendo que la gestión de conflictos, sobre todo para el personal que está en contacto con el público, pero se ha llegado a unos niveles absurdos en la imposición de determinada formación sobre situaciones que son muy particulares y anecdóticas. No estoy diciendo que no se haga formación, si no que se sea congruente y proporcional. El ejemplo es el mindfunless. Tengo la sensación que es una moda, rollo la new age (ya lo sé que voy para viejo, por la referencia), quizás sea una fijación personal con todo aquello que se vincula a una percepción simbólica o metafísica de la realidad, acercándose a las filosofías orientales para hallar en ellas un simbolismo o significado, pero que no solucionan una problemática. Problemática que puede estar generada por falta de esa formación que no se imparte por priorizar estos temas. Estamos en la dicotomía prevención/curación.

Decirlo hay que decirlo todo, yo no manifiesto mis necesidades, por desidia y por que intento experimentar con las herramientas de las que dispongo o buscar por mi cuenta el soporte y ayuda necesarios. Seguramente no es la posición más inteligente ni la más provechosa para la organización. Quizás el empezar a pedir puede hacer que quien tiene el poder de decidir cambie su forma de ver las cosas.

La queja y la crítica deben usarse para construir, no para el regodeo personal del "ya te lo dije", que no deja de ser una postura autocomplaciente y poco implicada.