martes, 19 de enero de 2016

Transparencia menor y talibanismo orgánico.

Esta es una breve entrada para comentar dos cosas de las que he tenido conocimiento últimamente.
Una por vía directa de mi trabajo y la segunda por terceras personas.

La primera tiene que ver con la contratación menor y la transparecia pública. De hecho, la primera parte del título de la entrada es el resumen perfecto, ya que la polisemia nos permite entender esas dos palabras de dos manera diferentes:
  1. La transparencia relativa a los contratos menores.
  2. Una transparencia de baja intensidad, menor, diluida.
La cuestión es que acabo de saber, a partir de un error en la introducción de datos en el registro público de contratos, que en mi organismo se ha retrasado la obligación legal de introducir los contratos menores bajo la justificación de "No vamos a ser los primeros en hacerlo". Creo que no hay nada más que decir, sobre todo en lo relativo a la voluntad.

El talibanismo orgánico viene a consecuencia de la reestructuración orgánica de la administración tras las elecciones y la formación del nuevo gobierno. Resulta que en el reparto de cargos y presupuesto (más acentuado en los casos de coaliciones), una determinada competencia ha cambiado de departamento dependiente. Hasta aquí, lo normal, lo que pasa en cada reestructuración gubernamental. Pero ahora llega el ridículo y lo hilarante de la cuestión. Resulta que el personal afectado por dicha reestructuración no puede acceder a algo tan básico como el material de oficina. La razón: el departamento al que pertenecían se ha negado a suministrales alegando que ya no forman del mismo, mientras que el nuevo departamento en el que se integra, aún no ha recibido la autorización, por quien sea que la de, para poder suministrar lo básico.

Ese celo, absurdo, por los taificación (de las taifas, vamos) de la administración, nos lleva a estas situaciones y a definirlo como talibanismo orgánico, perdiendo la perspectiva de pertenencia a una misma administración pública.

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