jueves, 1 de abril de 2021

¿Personalidad o personalismos?

Breve entrada sobre lo que llevo sufriendo en una mesa y como las personalidades o personalismos suponen una carga insoportable cuando se llevan a los extremos.

Estamos tramitando la contratación de un servicio. Mientras se han ido desarrollando los diferente trámites del procedimiento, han ido aflorando contradicciones y errores que han trufado el camino de pequeñas trampas.

La cuestión es que estas pequeñas trampas han alcanzado una dimensión que ha acabado explotando en las mesas que se han celebrado. Esa es la cuestión, el problema es otro.

El problema es la interpretación del redactado de según que partes de un pliego, que según cada parte, implica unas u otras decisiones que afectan al desarrollo final del procedimiento. Pero el problema se ha visto agravado cuando han entrado en juego las personalidades de las partes enfrentadas por sus interpretaciones opuestas. Se ha empezado a difuminar la barrera entre la argumentación y las simpatías personales. Y, junto a las argumentaciones respectivas, han empezado a enraizarse ciertas antipatías, fruto de posiciones monolíticas y poco dadas a la negociación y la cesión por ambas partes.

Y, por eso, se ha convertido un procedimiento administrativo en un enfrentamiento soterrado de personalismos, en el cual, ninguna parte parece dispuesta a ceder un ápice.

Partiendo de la base de unos errores iniciales, que han sido los desencadenantes de esta situación, las partes no han sabido o querido acercar posturas para poder agilizar el procedimiento y llegar a un final de una forma bastante ajustada a la norma, aunque sea cuestionable.

Cuando la personalidad degenera en el personalismo, las víctimas somos los demás. Convierten el diálogo en una enconada discusión en la cual no hay visos de salida.

Nota: lo que se quiere contratar es bastante superfluo, cosa que en ningún momento se ha puesto en cuestión, ya que podría haber otras formas de hacer lo mismo.

Moraleja: en qué se gaste el dinero, irrelevante; pero mi palabra es ley.

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