Quizás es una osadía, pero creo que esto de la transparencia es una moda, en la que el exceso de información permite que la opacidad continúe siendo muy importante.
Una muestra de ello es que el acceso a la información a las licitaciones, se ha "ocultado" dentro de las webs de transparencia, en lo que respecta a la administración en la que trabajo. Lo que antes se hallaba en la página de inicio de la web, ahora se halla "enterrado" entre tanta transparencia.
Pero la cuestión es otra, el límite entre la transparencia y el derecho a la intimidad. No me refiero a la información que se da sobre patrimonio y salarios de los empleados públicos con poder de decisión sobre el presupuesto público. Esto, buceando entre tanta transparencia, se podría llegar a conocer, en lo tocante a salarios, lo de los bienes ya sería algo más complicado, pero seguro que vía Registros Mercantiles, debe haber un camino.
Me refiero a si una persona está capacitada para dirigir una organización pública, ya sea ministerio, consejería, organismos autónomos o cualquier otro tipo, si en su vida profesional anterior ha sido ciertamente negligente y tiene ciertas desavenencias y deudas con las administraciones tributarias.
¿Se debería permitir que una persona sobre la que recaiga un embargo judicial se haga cargo de la gestión de una organización pública y gestione su presupuesto? ¿Se debería informar, mediante los portales de transparencia, dicha circunstancia? Aquí está ese límite, que quizás poca gente se haya planteado, de la transparencia.
Creo que por el bien del dinero de todos, la respuesta a la primera pregunta debería ser no, así no ahorraríamos tener que responder a la segunda y evitar adentrarnos en los tortuosos caminos de la privacidad y la intimidad. Pero, si no hubiese más remedio, la segunda respuesta sería sí.
Aquí se abriría otro tema a tratar, ¿qué responsabilidad se derivaría del nombramiento de tal persona si su futura gestión fuese un desastre? y, ¿quién debería responder sobre tal nombramiento y gestión?
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